A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota | Madre Teresa.

El día de hoy mientras realizaba unas compras en un supermercado de la ciudad, note que un niño como de 6to de primaria me venía siguiendo, le sonreí y siguió su camino. Más tarde me lo encontré con su mamá en otra sección y alcance a escuchar que le dijo: ¡Mama! estoy seguro que esa muchacha es la maestra que me contaba cuentos ¿te acuerdas? a lo que su mama respondió: no te quedes con la duda, ¡pregúntale!

El niño se acercó y muy educado me dijo: ¿Te acuerdas de mí? Yo sinceramente no lo recordaba pero si recordaba aquella época de “Cuentacuentos” como parte de mi servicio social en la universidad. Yo solo le respondí con un ¡hola! Un abrazo y casi inmediatamente con otra pregunta ¿te acuerdas de la oruga? La cara de ese niño jamás la olvidare, se sorprendió mucho y con una sonrisa me contesto ¡claro que sí! ¡Yo tengo mi propia oruga y ya son más de 20! también me acuerdo de como contabas los cuentos, la muchacha del año siguiente no los contaba igual.

Resulta que como todo joven universitario se nos solicita devolver con nuestro servicio algunas horas a la comunidad, en mi caso al iniciar mi carrera como licenciada en mercadotecnia y con mi afán de concluir esas horas lo antes posible me inscribí a un proyecto de lectura a niños de 1ero y 2do de primaria en donde ciertos días tenía que ir a sus salones y contarles cuentos. ¿Por qué me inscribí? No tengo ni la menor idea, porque en primer lugar no era nada paciente con los niños y mucho menos tenía conocimiento alguno para captar su atención y contarles cuentos.

No cabe duda que cada experiencia en tu vida tiene una razón de ser y esta fue una de las más enriquecedoras de mi formación, pues sin saberlo cada día fue un reto en donde esos niños de 6 y 8 años me enseñaron a ser paciente, a desarrollar mi creatividad para lograr captar su atención (como el caso de la oruga) y a entender que muchas veces el ver las cosas como las ve un niño nos abre una cantidad inmensa de posibilidades para solucionar un problema.

Ese niño ahora de 10 años recordaba aquellos días con mucho detalle y cariño. El escuchar que había adoptado como suya una de las estrategias que había ideado para lograr captar su atención y fomentar la lectura: la famosa oruga, que consistía en círculos de cartulina de colores en donde iban los títulos de los cuentos que contaba y la oruga crecía conforme leíamos más, sin duda me lleno de satisfacción pues con una pequeña aportación hoy un niño había leído a su corta edad 20 libros.

Ahora como profesionista tengo la oportunidad de solucionar problemas, crear estrategias y aportar un poco a cada empresa y cliente que confía en mí y sin lugar a dudas se lo debo a esa experiencia única como cuentacuentos.

A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota | Madre Teresa.